El pasado 5 de abril de 2014 se celebró, en la localidad sevillana de Castilblanco de los Arroyos, el II Certamen Nacional de Pintura "Diego Neyra". Nombre dado en merecido homenaje al artista local D. Diego Neyra Flores, el cual también ejercicio la docencia como profesor de magisterio. Se trata de un concurso de pintura celebrado al aire libre, en el que los artistas participantes disponen de cuatro horas para llevar a cabo sus obras, dando reflejo de los diversos espacios de esta población a orilla de la Ruta de la Plata.
En esta segunda edición, el primer premio lo ha logrado por segunda ocasión consecutiva el pintor cordobés Daniel Parra Lozano (asiduo participante de este tipo de concursos de pintura, con un gran elenco de premios).
Pero el cuadro que traemos a colación es el segundo premio, pintado por el también cordobés Manuel Castillero Ramírez, que toma como objeto de la obra la representación de la Iglesia de Castilblanco "Del Divino Salvador", la cual data aproximadamente del siglo XVI y se corresponde con un estilo mudéjar.
Sobre estas líneas, podemos ver la obra de Manuel Castillero que ha obtenido el galardón y que representa una perspectiva en la que podemos admirar la fachada de la Iglesia de este bello pueblo sevillano.
Como ya comenté en una entrada anterior sobre una panorámica de la Gran Vía madrileña, Manuel Castillero sigue haciendo sus obras de un realismo puro, esencial y vigoroso. Plantea unas obras un tanto difuminadas en sus formas y estructuras, con unas tonalidades suavizadas, que dan como resultado final un paisaje urbano estricto, carente de toda retórica artística, en el que prima la sensibilidad del artista.
De esta forma los pinceles de Manuel Castillero se ciñen en lograr que la Iglesia de esta entrañable localidad sevillana de Castilblanco de los Arroyos tenga el protagonismo que se merece. La perspectiva desde la que el autor plasmó su visión, evitando la típica y tópica visión frontal que muchos participantes de este tipo de concursos siguen como modelo a la hora de captar la instantánea que persiguen, muestra una madurez en el planteamiento estructural de sus composiciones en aras de lograr aprovechar al máximo las posibilidades que el entorno le plantea.
Una perspectiva que hace que nuestra mirada se deslice de izquierda a derecha, siguiendo la línea marcada por la fachada del edificio, tomando como punto de fuga la pequeña ventana que se descubre en el centro de la obra. Los dos arbolitos, que aparentemente parece que sólo tienen un papel ornamental, consiguen dar el equilibrio y el contraste de color que la obra necesita para obtener un resultado brillante.
Hay que recalcar la dificultad que este tipo de concursos al aire libre plantean, pues la limitación de tiempo para realizar la obra, el cambio en los tonos de luz, las modificaciones que pueden originarse en las sombras que se proyectan, amén de las incomodidades propias del trabajo en unas condiciones que no son las idóneas para trabajar sobre un lienzo. Todo ello da mayor mérito al trabajo que nos ofrece Castillero, en esta plasmación de la perspectiva de la plaza de la Iglesia de Castilblanco en la que ha logrado crear algo propio en cuanto a sentimiento expresivo y creador.
Por último, hay que hacer mención a la aportación realizada por la Diputación de Sevilla, sin las cual hubiera sido imposible la celebración de este concurso pictórico. Sería de agradecer que este tipo de iniciativas tuvieran una mayor continuidad, y sirvieran como pauta para que tanto las entidades públicas como las privadas dieran su apoyo al mundo tan maltrecho de la cultura en este país nuestro.
Antonio Serra Junior
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